Además de estimular la imaginación de los niños, los cuentos pueden cambiar su estado de ánimo.
Después de una relajación de apretar y soltar distintas partes del cuerpo, Fani, la mamá de Unai, nos contó la historia de una hormiguita que subiendo triste a una montaña baja muy contenta por lo que allí ve. Imaginando que éramos la hormiga pudimos experimentar los sentimientos a los que el cuento nos llevó. La simple visualización de imágenes agradables hace que nuestro cerebro cambie a positivo y no sólo en los niños ,a nosotros los adultos también nos funciona.¡Probadlo!
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